Fue un navegante, fueron tres carabelas. Cinco siglos después no hemos cesado de pensar en el significado de aquel hecho, ocurrido en 1492, donde se funda nuestra identidad de seres humanos poseedores de nuestro mundo, conocedores de nuestros límites. Tiempo de buscar nuevos horizontes y al “otro”, que apareció en la ruta que presumiblemente llevaba a Cipango y a la India. Entonces, el encuentro tuvo lugar y también el descubrimiento mutuo. La mirada desconcertada de unos seres humanos frente a otros seres humanos; de hombres llegados en “castillos” que flotaban en el agua, provenientes de donde sale el sol, avistados por otros hombres de insospechada, edénica apariencia que nada tenían que ver con los relatos de Marco Polo. Y el encuentro ocurrió. Y también el choque. Y el afán mutuo de entendimiento y de fusión, y la violencia. Y en ese sobresalto se fueron forjando nuevas formas de vida, se fueron amasando las nuevas culturas.
Mayor, Federico, Director General de la UNESCO, en Ceremonia por la
Conmemoración del Quinto Centenario, 1989.
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