domingo, 26 de febrero de 2017

Guerra del Pacífico

Por una circunstancia feliz, sin ejemplo en la historia de las naciones, esta guerra en apariencia tan llena de peligros ha sido par a Chile una salvación, ha sido un negocio. Esta guerra vino a golpear nuestras puertas cuando la crisis más desconsoladora por su interminable duración tenia aletargadas nuestra industria y nuestro comercio; cuando la falta de trabajo llevaba el hambre y la desesperación a muchos hogares, cuando por la misma razón, se multiplicaban los crímenes; en fin, hasta el tranquilo horizonte de nuestra imperturbable paz interna comenzaba a cubrirse de nubes. La guerra lo ha cambiado todo: ha venido a ofrecer un inmenso campo al espíritu emprendedor de nuestros conciudadanos y a poner en movimiento la fuerza de nuestra vitalidad. Pasa lo mismo con la ocupación; aun ahora costea sus gastos por sí misma y deja un excedente de riqueza que permitirá a Chile recuperar su antigua situación financiera.


Isidoro Errázuriz, diputado por Valparaíso, en una sesión extraordinaria
de la Cámara de Diputados, 9 de agosto de 1881. En Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile III, LOM Ediciones, 2002.

sábado, 4 de febrero de 2017

Relaciones de género en el Chile colonial

La lógica de superioridad e inferioridades naturales articulaba las relaciones hombre-mujer: la mujer es menos perfecta que el hombre, moralmente débil y sus ciclos hormonales la hacen voluble e inestable. Por oposición, los varones son moralmente más fuertes, más estables y sensatos, por lo que tienen la responsabilidad de guiar y corregir a las mujeres a su cargo: esposas, hijas y otras familiares, si es laico, y sus feligresas, si es religioso. 

Los modelos de hombre y mujer en la sociedad tradicional chilena estaban marcados por la noción de diferencia jerárquica. Para hombres y mujeres, los roles normales en la edad adulta –excepto que se adoptase el estado religioso– eran los de marido y mujer unidos en el matrimonio católico. Este matrimonio era la base de la familia. 

sábado, 16 de abril de 2016

Llorad amigos míos

En los caminos yacen dardos rotos
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen los muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas (…)
Llorad, amigos míos
tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexícatl.


Anónimo. Icnocuicatl. Cantares mexicanos c. 1528. 

La acción de conquistar

Conquistar, por lo tanto, puede significar colonizar, pero también puede significar invadir, saquear y avanzar. Conquistar en el primer sentido da importancia a la ocupación y explotación de la tierra. En el segundo sentido, se concibe como poder y riqueza que se traduce en poseer objetos portables como el oro, los botines y el ganado, más que de propiedad de la tierra. Movilidad significaba aventura, y la aventura aumentaba enormemente las oportunidades para mejorar la situación de uno mismo a los ojos de los compañeros. El deseo de «ganar honra» y «valer más» era una ambición central en la sociedad y merecían formalizarse en una concesión de status más alto por un soberano agradecido.


Adaptado de Bethell, Leslie. Historia de América Latina. Tomo I 1990. 

Invasión de América

En la isla Española, que fué la primera donde entraron cristianos y comenzaron los grandes estragos y perdiciones de estas gentes y que primero destruyeron y despoblaron, comenzando los cristianos a tomar las mujeres y hijos a los indios para servirse y para usar mal de ellos y comerles sus comidas, no contentándose con lo que los indios les daban y violencias y vejaciones que les hacían, comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo; y algunos escondían sus comidas; otros sus mujeres y hijos; otros huíanse a los montes por apartarse de gente de tan dura. Los cristianos dábanles de bofetadas y puñadas y de palos. Y llegó esto a tanta temeridad y desvergüenza, que al mayor rey, señor de toda la isla, un capitán cristiano le violó por fuerza su propia mujer.


De las Casas, Bartolomé. Brevísima relación de la destrucción de las Indias. 1552.

Encuentro de dos Mundos

Fue un navegante, fueron tres carabelas. Cinco siglos después no hemos cesado de pensar en el significado de aquel hecho, ocurrido en 1492, donde se funda nuestra identidad de seres humanos poseedores de nuestro mundo, conocedores de nuestros límites. Tiempo de buscar  nuevos horizontes y al “otro”, que apareció en la ruta que presumiblemente llevaba a Cipango y a la India. Entonces, el encuentro tuvo lugar y también el descubrimiento mutuo. La mirada desconcertada de unos seres humanos frente a otros seres humanos; de hombres llegados en “castillos” que flotaban en el agua, provenientes de donde sale el sol, avistados por otros hombres de insospechada, edénica apariencia que nada tenían que ver con los relatos de Marco Polo. Y el encuentro ocurrió. Y también el choque. Y el afán mutuo de entendimiento y de fusión, y la violencia. Y en ese sobresalto se fueron forjando nuevas formas de vida, se fueron amasando las nuevas culturas. 


Mayor, Federico, Director General de la UNESCO, en Ceremonia por la
Conmemoración del Quinto Centenario, 1989.

Carta de Colón a los Reyes Católicos

Aquel eterno Dios que a dado tantas victorias a Vuestras Altezas, ahora les dio la más alta que hasta hoy a dado a príncipes. Yo bengo de las Yndias. Hallé gente sin número y muy muchas islas, de las cuales tomé posesión en nombre de V. Al., con vandera real estendida; y no fue contradicho (…) A la primera puse nombre la isla de Sant Salvador a memoria de su Alta Magestad; a la segunda, de Santa María de Conçibiçión; a la tercera, Fernandina; a la cuarta, la Ysavela; a la quinta, la Juana, y a las otras ansí nombre nuevo. Y así en un muy buen puerto, enbié dos hombres tierra adentro, con uno de los mismos indios que yo traía, el cual avía tomado amistad conmigo, porque viesen y supiesen si avía çiudades o grandes poblazones, y qué tierra era y qué avía en ella. Hallaron mucha poblazones y gentes sin número, mas no cosa de gran regimento, y así se bolvieron.