sábado, 4 de febrero de 2017

Relaciones de género en el Chile colonial

La lógica de superioridad e inferioridades naturales articulaba las relaciones hombre-mujer: la mujer es menos perfecta que el hombre, moralmente débil y sus ciclos hormonales la hacen voluble e inestable. Por oposición, los varones son moralmente más fuertes, más estables y sensatos, por lo que tienen la responsabilidad de guiar y corregir a las mujeres a su cargo: esposas, hijas y otras familiares, si es laico, y sus feligresas, si es religioso. 

Los modelos de hombre y mujer en la sociedad tradicional chilena estaban marcados por la noción de diferencia jerárquica. Para hombres y mujeres, los roles normales en la edad adulta –excepto que se adoptase el estado religioso– eran los de marido y mujer unidos en el matrimonio católico. Este matrimonio era la base de la familia. 

Fuera del matrimonio, la soltería era aceptable sólo en la vida religiosa, a la cual se accedía si se pertenecía a familias honorables y se tenía dinero para pagar por su ingreso. Para las mujeres de la aristocracia, además, esta era la única forma de vida digna aparte de la de esposa. El ejercicio de trabajos que le generaran ingresos rebajaba su dignidad y la de su cónyuge, si lo tenía.

En la familia había claras jerarquías de género. La autoridad la ejercía el padre sobre todos sus miembros: esposa, hijos y servidumbre, en las familias de la elite. Los roles además eran complementarios: la mujer se encargaba de las tareas domésticas, contribuyendo con ello al éxito de la familia, lo que, dependiendo del estamento, iba desde la conducción de la servidumbre hasta la preparación de comida, confección y mantención de ropas, y cultivos y crianza de animales en el entorno inmediato de la vivienda. 

El ejercicio de las armas y prestar servicios al rey eran tarea de los varones de la familia aristocrática. En cambio, las mujeres reproducían el linaje familiar. El correcto comportamiento moral de ellas permitía que todos los miembros de su familia se sintieran honorables. La mayor presión social era hacia las mujeres del estamento superior, que debían asumir la responsabilidad de conservar el honor como el centro de sus vidas. Cuanto más honor se tenía, más alto se estaba en la escala social, y más presión había para conservarlo intacto.


Adaptado de Lamadrid, Silvia. Las relaciones de género en el Chile colonial, 2009

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