domingo, 16 de marzo de 2014

Acerca del concepto de calidad de vida

Las investigaciones sobre calidad de vida son relativamente recientes. Una serie de conceptos se usan indiscriminadamente, la mayoría de las veces otorgándole sentidos similares; bienestar, felicidad, nivel de vida, condiciones de vida, estilo de vida, etc., se confunden entre sí y se asimilan genéricamente a Calidad de Vida.

Interesantes reuniones han realizado organismos internacionales, como UNESCO, para aunar criterios y buscar consenso sobre aspectos generales, así como también diversos autores han elaborado una serie de conceptualizaciones acerca del tema, pero la verdad es que aún falta por dilucidar, no sólo en lo que a aspectos conceptuales se refiere, sino que también en la búsqueda de indicadores que permitan evaluar objetivamente el fenómeno.

Existe un amplio rango conceptual, es así como Hilbrath (1976) la define como ‘‘un sentimiento general y permanente de felicidad o bienestar’’; Apostol (1973), la enuncia como “la totalidad de las amenidades naturales y culturales, la calidad de los bienes y servicios disponibles a los miembros de una sociedad, así como también la actividad de los miembros del sistema social, considerado con respecto a las amenidades realmente accesibles”. 

La UNESCO (1977) establece la definición de calidad de vida bajo dos ópticas; la primera en relación con el sentimiento de los individuos de estar contento, feliz o satisfecho con los elementos vitales para él; el segundo enfoque, se refiere a la totalidad de las condiciones en que la gente vive, evaluado a base de la observación de hechos objetivos. Este segundo enfoque, incorpora la variable espacio en la definición y evaluación del fenómeno, aspecto de real significado.

Mallman (1978), incorpora la acepción ‘necesidad’ para conceptualizar y evaluar la calidad de vida al expresar que, la calidad de vida es “el producto, para cada persona, de sus estados de salud (bienestar físico, mental, social) y satisfacción (discrepancia entre aspiraciones y logros)”. 

Las anteriores definiciones nos llevan necesariamente a efectuar consideraciones sobre las necesidades humanas. Las necesidades han sido definidas por la OMS como los requerimientos de los humanos para estar saludables. Las necesidades están siempre presentes, difieren de un grupo humano a otro, especialmente en lo que a las necesidades complementarias se refiere dependientes del grado cultural, condiciones históricas de desarrollo y en especial del espacio en el cual los habitantes viven.

En relación a estos planteamientos surge el de los ‘‘satisfactores’’ es decir, todos aquellos elementos cuya utilización o consumo determina la cobertura o satisfacción de las necesidades, es decir, la serie de bienes o servicios a las que toda sociedad aspira a tener. Esto lo lleva a realizar una serie de actividades que le permitan adquirir los satisfactores adecuados. En general, se puede establecer que todas las necesidades humanas son básicas en el sentido que todas deben ser satisfechas, pero en un mundo caracterizado por fuertes desigualdades en la distribución de satisfactores, es necesario establecer criterios priorizantes, es así como se establecen necesidades de primer orden y de segundo orden, siendo las primeras aquellas que el individuo debe satisfacer a fin de asegurar su existencia y prosecución de la especie.

Se debe tener presente la escala temporal y espacial de ellas. Es así como las necesidades cambian con el tiempo, tanto a nivel individual como de grupo; por ejemplo, las necesidades de trabajo sólo surgen a cierta edad y los tratamientos de salud y alimentación necesarios para el niño difieren del adulto. En lo que a la escala espacial se refiere, las necesidades varían según la localización relativa del espacio habitado, así como de su localización absoluta, desierto y selva por ejemplo, así como también en lo que a espacios urbanos y rurales se refiere. Su variación más que en tipo, es en lo relativo a la intensidad de ellas y en la diferencia de satisfactores que deben existir, en relación a la presión demográfica existente. De especial interés, es la búsqueda y otorgamiento de estos satisfactores por parte de los organismos encargados de la planificación.

En: González, E. La calidad de vida en los espacios urbanos.


(Adaptado del programa de estudio para el diferenciado La Ciudad Contemporánea)


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