Desde nuestra aparición como especie, los seres humanos hemos tenido la necesidad de actuar sobre la realidad que nos rodea. Esta necesidad, a la vez, nos ha puesto en relación con nuestro mundo interior a través de la actividad cognoscitiva, es decir, los humanos necesitamos fabricar imágenes e ideas en nuestro interior para operar en la realidad espacio-temporal que existe a nuestro alrededor.
Para el filósofo argentino Mario Bunge, el conocimiento se puede definir como el producto final de una relación lógica, permanente y necesaria entre el interior racional y cognoscitivo de los seres humanos y el mundo exterior espacio-temporal en que se desenvuelven. Este producto, fundamentado en nuestra capacidad de razonar y entender, termina generando un conjunto de ideas que construimos sobre la realidad basado en conceptos, juicios y raciocinios.
Las ciencias, que tienen su origen en antiguas civilizaciones como la babilónica, china, egipcia, griega y maya, han surgido de esa necesidad de conocer. Su objetivo es responder a interrogantes que constituyen el sentido supremo de la vida humana y de los pueblos, las que podemos sintetizar en una: ¿En qué consiste este mundo, realmente, en sus estructuras cósmicas, físicas, biológicas y sociales en las cuales vivimos y de las cuales somos parte?
Es posible definir las ciencias —o La ciencia— como un conjunto de conocimientos obtenidos mediante observación y razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes. La ciencia se vale de diferentes métodos y técnicas para adquirir y organizar conocimientos, dando como resultado propuestas concretas y comprobables.
Las ciencias se pueden clasificar en Formales o Fácticas
a) Ciencias Formales: corresponden a la Lógica y la Matemática, que son ciencias racionales, sistemáticas y verificables, pero no son objetivas, no se ocupan de los hechos, puesto que tratan con entes ideales que sólo existen en la mente humana.
b) Ciencias Fácticas: son ciencias basadas en la observación de hechos, a partir de lo cual plantean hipótesis que deben demostrarse de forma experimental. Se dividen en Ciencias Naturales, que estudian los hechos de la naturaleza, y Ciencias Sociales que estudian los hechos humanos.
Algunas características de la ciencia fáctica:
- Es analítica, descompone los problemas en elementos.
- Es verificable, sus hipótesis deben ser puestas a prueba.
- Es comunicable, el conocimiento científico es público y expresable.
- Es metódica, planeada.
- Es sistemática, constituye un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí.
- Es especializada, dado su carácter analítico, lo que genera interdisciplinariedad.
De este modo, encontramos numerosas ciencias y disciplinas que nos permiten conocer el mundo que nos rodea, tales como la Biología, que estudia los seres vivos; la Química, que estudia la estructura y propiedades de la materia; la Sociología que estudia los grupos sociales y las sociedades humanas; la Economía, que estudia la forma de satisfacer las necesidades, los procesos productivos, de intercambio y consumo; la Física, que estudia la materia, la energía, el espacio y sus interrelaciones; la Meteorología, que estudia los fenómenos que suceden en la atmósfera; la Politología, que estudia los sistemas de gobierno y los procesos de construcción de autoridad; la Antropología, que estudia comportamiento y conducta del ser humano en sociedad, la Geografía, que estudia el espacio geográfico y su relación con el ser humano; la Geología, que estudia la composición y estructura interna de la Tierra; la Astronomía, que estudia los cuerpos celestes del universo, y la Historia, que estudia el desarrollo de la humanidad a través del tiempo; entre muchas otras.
Bibliografía
Bunge, M. La Ciencia. Su método y filosofía.
Manrique, C. Ciencias naturales, ciencias sociales y derecho.
Prats, J. Las ciencias sociales en el contexto del conocimiento científico.
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