A principios del siglo XX, el paleontólogo argentino Florentino Ameghino desarrolló una hipótesis según la cual había que buscar el origen de la humanidad en América. Intentó demostrar que, en la parte austral de América del Sur, existía un precursor del hombre que llamó Homunculus patagonicus. No es necesario entrar en los detalles de esta teoría tan incomprensible.
En los años veinte, la idea según la cual el estrecho de Bering fue la puerta de entrada a América se planteó en una hipótesis presentada por el antropólogo americano Alex Hardickla. En su opinión, era evidente que la cuna del hombre se encontraba en el Viejo Mundo. Estaba persuadido de que la infiltración en América se habla llevado de oeste a este, habiendo servido el estrecho de Bering, al norte de Asia, como puerta de entrada al norte de América.
Aproximadamente en el mismo tiempo, el etnólogo francés Paul Rivet, sin rechazar la posibilidad de migraciones por el estrecho de Bering, se limitaba a mostrar que el poblamiento de América no se había efectuado sólo por la puerta de entrada norte, sino que numerosos elementos respaldaban inmigración de elementos malayo-polinesios, melanesios y australianos por otros caminos, como el Océano Pacífico hacia Centroamérica, para dispersarse a otras regiones del continente; e incluso aceptaba la extraña hipótesis del portugués Mendes Correa según la cual algunos grupos australianos habrían podido llegar a América del Sur atravesando la región antártica.
Adaptado de Janus K. Kozlowski y Hans-Georg Bandi. El problema de las raíces asiáticas del primer poblamiento de América, 1992.
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