Aunque el término [conventillo] se aplicaba a diversos inmuebles, el más común de ellos era una gran casa colectiva compuesta de piezas alineadas con un pequeño alero al frente. En cada cuarto se albergaba una familia distinta. Entre dos corridas de piezas se extendía el patio largo y angosto, de uso común para todos los arrendatarios. Su construcción era generalmente de material ligero. Los techos estaban formados por tejas mal unidas [...] produciendo en el invierno numerosas goteras con su secuela de inundaciones. El nivel del piso era casi siempre inferior al de la calle, generando mayor humedad.
El único desagüe del conventillo era una acequia de agua corriente que pasaba a tajo abierto, arrastrando los excrementos del escusado para el uso común de todas las familias […] el agua era suministrada por un pilón único que mantenía lleno, por medio de un chorro continuo, un gran depósito del que los habitantes extraían el líquido con un tiesto o balde, lo que contribuía a la difusión de gérmenes infecciosos. El lavado, tanto de la propia familia como el que realizaban las numerosas lavanderas que habitaban en los conventillos por cuenta de otras familias del vecindario, se hacía en la acequia […] No habían depósitos de basura, por lo que los habitantes solían arrojarlas a la acequia, formándose tacos que provocaban frecuentes anegamientos en todo el conventillo y hasta en los edificios vecinos.
El hacinamiento era grande: en cada pieza vivían familias de hasta seis u ocho personas, que usualmente compartían el exiguo espacio con animales, haciendo aún más grande el desaseo y más insalubre la habitación.
La solución al problema de la vivienda popular aportada por el conventillo fue más aparente que real. En pocos años el asunto se convirtió en la imagen más apocalíptica y alarmista de la condición de los pobres, en el paradigma de la “cuestión social”. Para la elite, o por lo menos para sus sectores más conscientes, los ranchos, cuartos redondos y conventillos representaban el cambio de siglo -y aún desde antes- una síntesis de todos los males y peligros de la condición obrera y popular. Peligro sanitario, antes que nada, por ser focos de infecciones y de contagios de epidemias que se extendían por toda la población, afectando hasta los sectores más elevados”.
Grez, Sergio. De la "regeneración del pueblo" a la huelga general - Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890), 1997.
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