sábado, 31 de mayo de 2014

El concepto y el método en Economía

1.1. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR ECONOMÍA? 

Las personas necesitan alimentarse, vestirse, recibir una educación, etc.; para ello tienen unos recursos o ingresos que siempre son insuficientes a la hora de conseguir todos los bienes y servicios que desean para satisfacer sus necesidades. También el conjunto de personas, o sea la sociedad, tiene necesidades colectivas, como las carreteras, la defensa, la justicia, etc., y, al igual que ocurre con las personas individuales, también tienen más necesidades que medios para satisfacerlas. La Economía se ocupa de las cuestiones que se generan en relación con la satisfacción de las necesidades de los individuos y de la sociedad. 

La satisfacción de necesidades materiales (alimentos, vestido o vivienda) y no materiales (educación, ocio, etc.) de una sociedad obliga a sus miembros a llevar a cabo determinadas actividades productivas. Mediante estas actividades se obtienen los bienes y los servicios que se necesitan, entendiendo por bien todo medio capaz de satisfacer una necesidad tanto de los individuos como de la sociedad. La Economía se preocupa, precisamente, de la forma en que se administran unos recursos escasos, con objeto de producir diversos bienes y distribuirlos para su consumo entre los miembros de la sociedad. 

En este proceso de producción y consumo se plantean y resuelven muchos problemas de carácter económico: es decir, problemas en los que se utilizan diversos medios para conseguir una serie de fines u objetivos. 

Así, por ejemplo, en la producción, la empresa tiene que decidir qué bienes son los que va a elaborar y qué medios son los que va a utilizar para producir dichos bienes. En el caso de una empresa que produce automóviles, los gerentes tienen que decidir qué modelo de automóvil lanzan al mercado y si lo van a hacer con una tecnología muy robotizada o con otra en la que se emplee más mano de obra.

Por lo que respecta al consumo, las familias tienen que decidir cómo van a distribuir los ingresos familiares entre los distintos bienes y servicios que se les ofrecen para satisfacer sus necesidades. Así, una familia concreta, a la hora de decidir comprar un televisor o una lavadora de ropa, tendrá en cuenta: sus necesidades, los precios de ambos bienes y sus propias preferencias, de forma que el resultado de la elección sea el más apropiado. 

Ante todos los problemas que se plantean a los individuos y a las empresas, de naturaleza similar a la esbozada, lo que pretende la Economía es ofrecer un método para ordenar y establecer las prioridades, a la hora de tomar decisiones sobre las necesidades individuales o colectivas que se desea satisfacer. Por eso algunos autores la han denominado también la Ciencia de la elección.

Así pues, lo que caracteriza a la Economía no es tanto su campo de estudio como el método de análisis aplicable al comportamiento humano y a las instituciones sociales, políticas y económicas, a través de las cuales los individuos se relacionan entre sí. A este respecto resulta oportuno recordar las palabras de J. M. Keynes cuando al referirse a la Teoría Económica señala que «es un método más bien que una doctrina, un aparato (o disciplina) de la mente, una técnica de pensar, que ayuda a las personas que tienen que sacar conclusiones concretas». 

Definición de Economía

De lo señalado en párrafos anteriores resulta que la Economía estudia la forma en la que los individuos y la sociedad efectúan las elecciones y decisiones para que los recursos disponibles, que siempre son escasos, puedan contribuir de la mejor forma a satisfacer las necesidades individuales y colectivas de la sociedad.

Economía: es la ciencia que estudia la asignación más conveniente de los recursos escasos de una sociedad para la obtención de un conjunto ordenado de objetivos. 

La Economía no estudia un área o un campo de la actividad humana, sino un aspecto de ésta: el aspecto de toda actividad humana que, en el intento de satisfacer las necesidades materiales, implica la necesidad de elegir. 

La Economía no se ocupa directamente ni del tipo de instituciones políticas que los individuos crean ni de ciertos aspectos del comportamiento de éstos, tales como las prácticas religiosas. Tampoco se dedica a estudiar la estructura de la sociedad en que vivimos. Estos asuntos son la base de estudio de otras ciencias sociales, Como son la Política o la Sociología. 

De forma intuitiva puede decirse que la Economía se ocupa de la forma en que los individuos «economizan» sus recursos, es decir, de cómo emplean su ingreso de forma cuidadosa y sabia en orden a obtener la máxima satisfacción. Desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, la Economía trata de cómo los individuos alcanzan el nivel de bienestar material más alto posible a partir de los recursos que ellos tienen disponibles.

¿Qué cabe esperar de la Economía? 

Al estudiar las actividades económicas de una suciedad, la Ciencia económica pretende encontrar la forma más satisfactoria de resolver los problemas económicos que el proceso de producción y consumo genera. No cabe esperar, sin embargo, que se obtengan recetas exactas para resolver los problemas económicos, no obstante el avance de esta ciencia esté contribuyendo cada día más a su propósito central.

Economía positiva y normativa 

Antes de finalizar este breve recorrido por el concepto de Economía, debe señalarse que a veces se distingue entre Economía positiva y Economía normativa. En general, las hipótesis científicas son proposiciones sobre hechos, esto es, sobre lo que es, sobre lo que ocurre y no sobre lo que debería ser.

La Economía positiva se define como aquella que busca explicaciones objetivas del funcionamiento de los fenómenos económicos; se ocupa «de lo que es o podría ser». 

La Economía positiva está presidida por la asepsia científica. Independientemente de las convicciones políticas, se observan los hechos y se evalúan los fenómenos observados. En este sentido, la Economía positiva se dedica a establecer proposiciones del tipo «si se dan tales circunstancias, entonces tendrán lugar tales acontecimientos». Desde un punto de vista positivo, las posiciones de cualquier economista serán esencialmente las mismas para una amplia gama de cuestiones. 
De lo anterior no debe inferirse que en Economía no existan discrepancias, ya que hay temas que no estén completamente resueltos y sobre los que el debate continúa abierto. En este sentido puede afirmarse que las discrepancias más frecuentes entre los economistas están en el campo de la Economía normativa.

La Economía normativa ofrece prescripciones para la acción basadas en juicios de valor personales y subjetivos; se ocupa «de lo que debería ser».

Las proposiciones sobre lo que debería ser responden a unos criterios éticos, ideológicos o políticos sobre lo que se considera deseable o indeseable. El problema fundamental de la Economía normativa es poder determinar lo que los individuos realmente desean, sobre cómo debería ser la realidad de una cuestión específica. Desde un punto de vista normativo, el economista formula prescripciones sobre el sistema económico basándose en sus propios juicios y no exclusivamente en razonamientos científicos.

Desde un planteamiento normativa, al estudiar, por ejemplo, el peso relativo del sector público, se trata de responder a la cuestión de si éste debería aumentar o reducir su importancia dentro del contexto global de la actividad económica. Por el contrario, un enfoque positivo se limitaría a indicar la importancia relativa del sector público sin entrar en valoraciones.

En la vida real, sin embargo, los componentes positivo y normativo de la ciencia económica se mezclan de forma que resulta muy difícil separarlos. La mayoría de los economistas tienen puntos de vista personales sobre cómo debería funcionar la sociedad, y es muy difícil ignorarlos cuando se recomienda una política determinada. No debe olvidarse que cualquier análisis implica una evaluación de los hechos, y los hechos muchas veces son susceptibles a más de una interpretación. Obviamente, en el momento de establecer interpretaciones es muy difícil evitar que nuestras propias valoraciones influyan en la percepción de cómo funciona realmente el sistema económico. En consecuencia, no es posible evitar cierta superposición de la economía positiva y la normativa, pues sus límites no están claramente definidos, y en temas importantes se diluyen todavía más.

1.2. LA ECONOMÍA COMO CIENCIA: LA ABSTRACCIÓN 

La ciencia económica mide y describe el aspecto material de la vida, si bien su principal objetivo es comprender cómo funcionan las economías de los distintos países. Esta comprensión exige contar con teorías que expliquen el funcionamiento de los fenómenos económicos, y para ello hay que recurrir a la abstracción. Sólo de esta forma podremos formular predicciones y responder a preguntas del tipo: «qué sucedería si».

De hecho, todo análisis implica una abstracción. Es necesario idealizar, omitir detalles y establecer hipótesis y esquemas lógicos que permitan relacionar los hechos. Ello no significa que el análisis económico no tenga un profundo contenido empírico. 

Al establecer estas simplificaciones, lo que se pierde en realismo y en poder explicativo se pierde en realismo y en poder explicativo se gana en claridad y generalidad. El economista formula supuestos irreales, pero esta inclinación a hacer abstracción de la realidad se debe a la extraordinaria complejidad del mundo real. La abstracción, a partir de detalles sin importancia, es necesaria para entender el funcionamiento de la compleja realidad económica. El grado de abstracción depende del objetivo del análisis. Un determinado grado de abstracción puede resultar excesivo para ciertos propósitos y, por el contrario, no ser suficiente para otros. Aunque algunos estudiantes encuentran la Economía, y en especial la teoría económica, indebidamente abstracta e irrealista, la abstracción es imprescindible para el análisis económico. La complejidad del mundo conduce al estudioso a organizar el conocimiento que tiene sobre el mismo de acuerdo con algún tipo de estructura teórica. En el lenguaje del método científico, una teoría es  una simplificación deliberada de relaciones reales que pretende explicar cómo funcionan esas relaciones.

Una teoría es una explicación del mecanismo que subyace en los fenómenos observados.

Las teorías 

Las teorías pretenden explicar el porqué de ciertos acontecimientos o justificar la relación entre dos o más cosas. Teorizar no es un lujo, sino una necesidad. La teoría económica provee una estructura lógica para organizar y analizar datos económicos. Sin teoría, los economistas lo único que podrían hacer seria observar y describir lo que ven. Con la teoría pueden tratar de entender el funcionamiento de la Economía. Sin teorías tendríamos una masa informe de observaciones sin ningún sentido. La teoría es lo que utilizamos para poner en orden las observaciones de los hechos económicos, con el fin de explicar de qué manera están relacionados. Las teorías son necesarias para poder interpretar los datos y los hechos, ya que proveen los conceptos y las hipótesis de comportamiento de las variables y de los agentes económicos, haciendo posible el análisis y la explicación de los hechos de forma sistemática. 

Además, al concebirse las teorías como un conjunto de definiciones explicativas del significado de cada uno de los supuestos acerca de cómo funciona el mundo, permiten, mediante un simple proceso de deducción lógica, descubrir las implicaciones de tales supuestos. Estas implicaciones son las predicciones de las teorías. Las teorías, por un lado, pretenden explicar por qué se observan en el mundo real determinados acontecimientos o por qué se da una relación entre dos o mas variables, y, por otro, facilitan la predicción de las consecuencias de algunos acontecimientos.

Teoría económica y política económica 

Es frecuente, sobre todo entre los que no han estudiado Economía en profundidad, establecer una falsa distinción entre teoría y política. En realidad no existe tal divorcio, pues es precisamente la preocupación por la política lo que hace que la teoría sea tan necesaria e importante. Si no hubiese posibilidad de influir sobre la actividad económica a través de políticas económicas, con objeto de cambiar ciertos sucesos que consideramos desfavorables, la Economía sería una disciplina meramente descriptiva e histórica. Es una profunda preocupación por la política económica lo que fuerza a los economistas a tratar con posibilidades que de hecho no han tenido lugar, en un intento de evaluar los efectos de las medidas de política. Sólo este tipo de análisis justifica actuar sobre la actividad económica y, en definitiva, llevar a cabo acciones de política que permitan tratar de reforma el curso de los acontecimientos económicos.

Los modelos económicos 

Los economistas, para entender el funcionamiento de la Economía y para expresar las relaciones causa-efecto, usan modelos económicos. 

Un modelo es una simplificación y una abstracción de la realidad que a través de supuestos, argumentos y conclusiones explica una determinada proposición o un aspecto de un fenómeno más amplio.

Los modelos económicos suponen que el comportamiento de los individuos es «racional», en el sentido de que se toman aquellas decisiones que son más efectivas para ayudar al individuo a alcanzar sus propios objetivos, cualesquiera que éstos sean. El comportamiento racional de los individuos exige que éstos actúen coherentemente con un conjunto sistemático de preferencias. La racionalidad garantiza al sujeto económico un criterio estable, a partir del cual decide su actuación ante cada situación. En la medida en que los sujetos económicos actúen racionalmente, sus acciones serán predecibles y se podrán estudiar las consecuencias que tendrá sobre ellas un cambio en el entorno. Este supuesto de racionalidad no sólo se aplica al sujeto individual, sino a cualquier agente que lleva a cabo una acción económica. Obviamente, las preferencias serán distintas en cada caso, pero si no se pueden ordenar los distintos cursos de acción, no se podrá elegir lo mejor.

En Economía, si bien se parte de supuestos que constituyen proposiciones cuyo contenido se torna como dado y no es necesario explicar, el objetivo último se centra en tratar de establecer modelos explicativos que sean aplicables con cierta generalidad. Por ello se buscan los rasgos característicos, y en cierto modo uniformes, de un determinado fenómeno, que son los que el modelo pretende explicar.

De acuerdo con lo señalado, cabe afirmar que cuanto más sencillo sea el modelo económico que planteemos, más fácil resultará utilizarlo para dar respuestas generales a las preguntas del tipo «qué sucedería si», pero menos detalladas serán las predicciones obtenidas.

1.3. LA INVESTIGACIÓN ECONÓMICA 

Los economistas, como cualquier otro grupo social, discrepan sobre lo que es justo y sobre cuáles deben ser los objetivos y las prioridades de la sociedad. Estas discrepancias que surgen en los planteamientos de la Economía normativa, en determinadas ocasiones pueden resolverse mediante la investigación. 

La Economía, como antes señalamos, es una ciencia con un profundo contenido empírico. Esto es algo que se reafirma al analizar la forma en que se suele desarrollar la investigación económica. El investigador económico, frecuentemente se inspira, para formular sus hipótesis o generalizaciones, en el análisis de la realidad, y en particular en el estudio de los cases individuales. En cualquier caso, sin embargo, debe señalarse que el conocimiento científico propiamente dicho comienza en el momento en que se formulan hipótesis, cualquiera que sea la fuente que haya inspirado al científico, que son contrastables, y de las que se pueden derivar una serie de relaciones con otras hipótesis, así como predicciones. 

El método inductivo y el método deductivo 

En Economía se emplean tanto el método inductiva (entendido como aquel que parte de la observación de la realidad para obtener principios generales) como el deductiva (esto es, aquel que consiste en el empleo de deducciones lógicas extraídas de axiomas a priori sin recurrir a la observación empírica). Así, a partir de la observación de los fenómenos naturales, mediante procedimientos inductivos extraemos las hipótesis sobre el comportamiento económico, y posteriormente mediante la deducción formulamos teorías y leyes. Estas teorías y leyes no están aisladas de la realidad, sino que es preciso contrastar sus predicciones con la evidencia real con objeto de verificar su validez. Para ello debemos descubrir si ciertos acontecimientos tienen las consecuencias predichas por la teoría.

Aceptación y refutación de una teoría 

El criterio para determinar si una teoría o un modelo es válido no radica en si realiza una descripción totalmente realista del fenómeno que pretende explicar, ya que ninguna lo hace, sino si las predicciones derivadas del modelo son coherentes con la evidencia existente. Ahora bien, aunque no podemos eludir el recurso a la evidencia para contrastar las teorías, sin embargo nunca podemos probar taxativamente que una teoría determinada sea verdadera, pues siempre cabe la posibilidad de que en el futuro surjan observaciones que estén en conflicto con dicha teoría. Del mismo modo que nunca podemos considerar una teoría como definitivamente probada, tampoco es posible refutar una teoría para siempre. En general, cabe afirmar que una teoría debe abandonarse cuando predice peor que otras teorías alternativas las consecuencias de las acciones en que estamos interesados. Cuando esto ocurre, la teoría se abandona y se reemplaza por una que se ajuste mejor al fenómeno estudiado. Este comportamiento no es algo privativo de la Economía, sino que cualquier ciencia en desarrollo sigue un proceso similar. La teoría y la observación, la deducción y la inducción de los hechos, la teorización y la contrastación de las teorías, no son procesos en contraposición, sino en continua interacción. 

Tal como acabamos de ver, la dependencia entre los estudios empíricos y el análisis teórico es recíproca y se requieren ambos para el progreso del conocimiento económico. El trabajo empírico es necesario para sugerir problemas adicionales a estudiar y para proporcionar material que permita contrastar las hipótesis disponibles. El trabajo analítico es necesario para canalizar la compilación de los hechos relevantes y desarrollar generalizaciones que sirvan para ordenar los hechos señalados en una investigación empírica. La evidencia empírica evita que el análisis económico se reduzca a un mero pasatiempo intelectual, siendo por otro lado el instrumento idóneo para revisar las teorías y estimular su desarrollo. En cualquier caso no debe olvidarse que el desarrollo teórico en muchas ocasiones va abriendo nuevas fronteras, y en estas fases de progreso no cabe esperar de él unas implicaciones empíricas inmediatas.

El proceso metodológico en Economía 

Al revisar la dependencia entre el análisis empírico y el teórico se evidencia que en Economía el método inductivo y el deductivo se complementan mutuamente, y que la evidencia empírica se encuentra en el origen de las hipótesis y al término de las deducciones lógicas.

El procedimiento normalmente seguido en el desarrollo de la investigación en Economía tiene tres fases. En la primera fase se observa un fenómeno y nos preguntamos la razón por la que puede existir una determinada relación. En una segunda fase se formulan una serie de hipótesis y se desarrolla una teoría que intenta explicar el fenómeno observado. La tercera fase consiste en contrastar o verificar las predicciones de la teoría confrontándolas con los datos. De esta forma se evidencia la relación continua existente entre los modelos y los hechos, pues éstos proporcionan las relaciones que estamos tratando de explicar y, posteriormente, una vez formuladas las teorías, de nuevo se recurre a los datos para comprobar las hipótesis que sugieren éstas y para tratar de medir las relaciones de las que dependen sus predicciones.


Fuente: Larroulet, Cristián; Mochón, Francisco. Economía. McGraw Hill. 2003.


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