sábado, 31 de mayo de 2014

Teoría y método en Geografía

INTRODUCCIÓN

El dinamismo del mundo actual, en el que las acciones humanas se multiplican y desarrollan cada vez más aceleradamente, ha aumentado no sólo el volumen de los conocimientos, sino la calidad de ellos y esta carrera de ciencia y técnica enriqueciéndose mutuamente afecta a un número cada vez mayor de hombres que requieren esa información y que usufructúan en ella, contribuyendo a la transformación el medio actual y a la creación de nuevas formas de vida.

El número de personas actuando, la complejidad de los conocimientos y la rapidez del cambio, hace necesario y urgente la información actualizada ya que el dinamismo es de tal magnitud, que en cuanto se adquiere un conocimiento ya éste va en vías de quedar obsoleto.

Esta realidad compleja y cambiante, ha traído a la Geografía diversos tipos de problemas y es así como en los últimos 20 años se han producido modificaciones en las condiciones sobre las cuales opera la disciplina. Los Geógrafos están hoy en un proceso de revisión conceptual profundo. Una primera gran preocupación se refiere al carácter científico de la Geografía, ya que la diversificación y especificación de la "ciencia" en general, hace que la Geografía tienda a tocarse con muchas otras disciplinas como la Demografía, Economía, Geología u otras ciencias sobre la tierra, la atmósfera o los océanos que cubren también ciertos campos al mismo tiempo que la Geografía.

Un segundo gran problema que enfrentan los geógrafos, es la velocidad del cambio. El cúmulo de conocimientos, la riqueza de la información, hacen difícil manejar la realidad que proyectan y la Geografía tradicional resulta insuficiente para esta realidad creciente y cambiante. Es frente a esto que surgen interrogativas. ¿Se mantiene la validez de la Geografía? ¿Ha dejado de tenerla? ¿Puede permanecer igual o hay que transformarla? ¿Hasta qué punto los métodos y técnicas en Geografía deben ser reactualizados?

El hombre necesita la comprensión del espacio donde vive, para el uso racional de éste. Que haya armonía ente el grupo humano y el medio. Este es el gran propósito de la Geografía. Puede establecerse en términos generales que el objetivo de la Geografía es: definir, explicar y sistematizar las relaciones que se establecen entre un territorio dado y las actividades humanas que sobre él se realizan.

Ante la existencia de todas estas inquietudes y problemas es que los geógrafos de las últimas dos décadas han empezado a plantearse:

¿Cuál es el campo de la Geografía? Es una gran interrogante que trata de establecer lo que es propio de esta Ciencia y frente a la cual existen numerosas respuestas.

Hay una primera respuesta clásica que parte con Vidal de la Blache: La Geografía es la Ciencia de “los lugares”. Los lugares son inherentes al objeto de la Geografía y al Geógrafo le compete definirlos, explicarlos y clasificarlos. Hubo quienes prefirieron hablar de región, sin que signifique que “lugar” sea sinónimo de “región”.

Otros autores han planteado que el campo de la Geografía es el “paisaje”. Para Vidal, el paisaje es un tipo de ordenación que resulta de la adaptación de una determinada sociedad a un medio natural; una cultura en un medio natural determina un paisaje. De aquí que los paisajes sean dinámicos, cambiantes, sin límites precisos. Así en la línea francesa permanece vigente la idea de que la Geografía es la expresión espacial de la cultura.

Lo común en estas orientaciones —trátese de lugar, paisaje o región— es que el Geógrafo debe explicar el “cómo” y el “por qué” de estas áreas que se caracterizan por una cierta homogeneidad.

Otra alternativa la presentan los Geógrafos que afirman que lo propio de la Geografía es la relación hombre-medio. Sin embargo, la relación no es un fenómeno en sí, es, más bien, inherente a un sujeto en sí es una sociedad la que establece una relación y ella tiende a valorar un enfoque que puede ser cultural, sociológico o antropológico. Demangeon, por ejemplo, al definir la Geografía como la relación hombre-medio, termina haciendo una geografía de la vivienda.

Existen aún otras alternativas con respecto al campo de la Geografía: para unos la Geografía es eminentemente una ciencia ambiental, preocupada del complejo ambiental que rodea al hombre; para otros es la ciencia de los recursos y el desarrollo, y o faltan los que identifican a la Geografía con un ciencia elaboradora de teorías sobre localización y distribución de fenómenos.

Este concepto humanista de la geografía, aspira a capacitar al hombre para construir un orden espacial que le pueda proporcionar mayor felicidad. El hombre necesita un equilibrio ecológico más completo e integral que otras especies, por tanto debe ser un equilibrio logrado en el plano racional y natural.

Hoy predomina la tendencia a pensar que son los hechos del hombre los que generan los espacios. Pensar en un sistema espacial donde se ordenen los fenómenos, es un típico hacer geográfico. Esto no es opuesto a la ciencia de los lugares, ya que los lugares son sistemas espaciales. 
Este enfoque disminuye la aproximación naturalista, ya se trate de establecer la realidad política, económica o social, por cuanto busca la realidad espacial integral. En este proceso de reactualización de la ciencia geográfica, quedan aún otras interrogantes no menos importantes, como por ejemplo:

¿Existe una o varias geografías?

La tendencia actual es generalizada, es decir, que hay una sola geografía, que se puede proyectar de diversas maneras, pero que como ciencia es una.

Sin embargo, una de las posiciones más satisfactorias al escuchamos de un geógrafo ruso en la reciente reunión geográfica de La Habana, en 1995.

Para él, las disciplinas científicas se han multiplicado en los años recientes como resultado del aumento de científicos especializados cada vez en aspectos más específicos de la realidad. Así, el número de ciencias reconocidas actualmente alcanza a cifras cercanas a las mil disciplinas científicas.

Por ello, resulta apropiado distinguir sistemas de ciencias, agrupándolas de acuerdo con el área del conocimiento que les es común, por ejemplo, las ciencias biológicas, las ciencias antropológicas o las ciencias económicas.

Igualmente, parece perfectamente válido y conveniente comenzar a hablar de las CIENCIAS GEOGRÁFICAS, entendiéndolas como un sistema de ciencias que cubren hoy, los amplios objetivos de la disciplina geográfica.

Desde la Cosmografía, pasando por la Geodesia, la Cartografía Regular, la Cartografía Temática, la Aerofotogrametría, la Geomorfología, la Glaciología, la Climatología, la Hidrografía, la Biogeografía, la Geodemografía, la Geografía Urbana, la Económica, la Social, la Geografía Política, la Histórica, la Cultural, la Geografía de la Percepción, etc., etc.

En resumen, ciencias que estudian la relación Hombre-territorio en sus multidimensiones y que, en opinión del expositor, sobrepasan las 80 ciencias que admiten el adjetivo de “geográficas”.

Así se explica la existencia de muchos diversos tipos y niveles de “geógrafos” con métodos y técnicas diversas y, a veces, mostrando grandes divergencias en su enfoque disciplinario.

Esto lleva a reflexionar en la necesidad de una Teoría General de la Geografía, que permita articular estos diferentes puntos de vista y hacer más exacto y eficiente el conocimiento de la realidad espacial en a que la sociedad actúa.

LAS ETAPAS DEL CONOCIMIENTO GEOGRÁFICO

Establecidas algunas ideas y conceptos básicos con respecto al sistema de ciencias que nos preocupa, conviene analizar enseguida la forma como los seres humanos tienen acceso y enfrentan el conocimiento geográfico.

Definido el conocimiento geográfico como el marco espacial en el que cada sujeto tiene conciencia que actúa y, al mismo tiempo, interactúa con un cierto entorno, aparece como un conocimiento indispensable para poder tomar decisiones de acción humana desde las primeras edades.

En este sentido, el saber geográfico aparece presente en el momento en que un niño que recién comienza a caminar es capaz de relacionar cierta experiencia (agradable o desagradable) con un cierto lugar o localización. Así, por ejemplo, cuando un cierto enchufe le produce un golpe eléctrico o un cierto mueble guarda golosinas o en determinada casa la muerde un perro, el niño comienza a asociar experiencias y lugares, guarda o registra dicha relación que le sirve para evitar o decidir acciones del lugar, y con ello, aparece el primer germen de un cierto conocimiento geográfico.

Un poco más complejo es el concepto de espacio, que aparece concientemente asumido por medio de verdaderos mapas mentales en que un sistema de localizaciones adquieren dimensiones importantes en las decisiones locacionales de cada sujeto.

Este está constituido por experiencias de lugar, propias o ajenas, experimentadas personalmente o por referencias de terceros, que han ido ordenadas mentalmente hasta constituir un marco de referencia espacial al que se recurre cada vez que se desea adoptar una decisión que necesite antecedentes de localización.

Naturalmente, esta forma inicial de conocimientos espacial presenta algunas graves limitaciones que pueden resultar significativa al servir para adoptar decisiones importantes.

En primer lugar, se trata de una forma de conocimiento personal y subjetivo sobre marcos de referencia muy vagos e informales. Además, se trata de conocimientos con taxonomía muy imperfecta y con fuerte relativismo en su dinámica. En suma, es un conocimiento apenas básico y poco sistemático fácilmente conducente a errores.

Un paso más avanzado se logra cuando se comienza a manejar una taxonomía objetiva y complementa el marco de referencia con el uso de glosarios y diccionarios geográficos.

Las dos etapas mencionadas caben en lo que se podría llamar un Conocimiento Precientífico.

Las etapas científicas del conocimiento geográfico son las que corresponden a la localización espacial, el concepto de lugar, el de región y los modelos y teorías del espacio geográfico.

Con respecto al tema de la localización espacial, conviene tener presente que éste es el concepto básico y primordial para el conocimiento geográfico, vale decir, la ubicación de las diversas experiencias en un marco territorial, a una cierta distancia del sujeto y en una dirección determinada.

Así entendida, toda localización requerirá un referente que podrá ser un punto, una línea o un área, más comúnmente conocido como “marco de referencia”. A su vez, es necesario tener en cuenta dos posibles formas de localización: la vulgar o informal y la absoluta o matemática, generalmente convencional.

La primera usará marcos de referencia conocidos y de fácil ubicación (una plaza, una calle, un edificio, etc.), aunque estos referentes tengan validez relativa y puedan variar en el tiempo o ser confundidos en su localización exacta. Más precisa y confiable resulta la localización absoluta o matemática en que se recurre a puntos y líneas cuyo valor no cambia (o al menos así ha sido establecido mediante convenciones). En este caso están la latitud, la longitud, la altitud o las distancias medidas en metros o kilómetros, como las más conocidas.

Naturalmente, siempre ha sido un propósito de los seres humanos disponer de localizaciones confiables y seguras para lo cual se han intentado diversos procedimientos. Varias de las más conocidas ciencias geográficas se originaron de este modo.

Así, las bases de la Cosmografía (y con ello de la astronomía), la Geodesia, la Topografía, la Aerofotogrametría y las diferentes formas de la Cartografía se originaron en la disciplina geográfica.

Un paso más avanzado y muy importante en el conocimiento geográfico formal o científico surge cuando cada localización permite construir el concepto de LUGAR. Esto se produce cuando la misma localización sire para situar diversas características o experiencias y se produce una coincidencia o superposición de dimensiones que generan una estructura más compleja, multidimensional y dinámica que posee una cierta superficie e interacciones que permiten pensar en un sistema territorial: el lugar geográfico.

En el estudio analítico del lugar pasan a tener mucha importancia los tipos de características o dimensiones que se le atribuyen. Han sido tradicionales en geografía las disputas entre quienes buscan valores objetivos absolutos y los que validan la relatividad de algunas dimensiones, a lo que se ha agregado el rol de lo subjetivo. Parece que tales discusiones aparecen hoy superadas pues todas las dimensiones caracterizan y pueden llega a ser significativas en el concepto de lugar.

Se puede distinguir las dimensiones absolutas de las relativas. A su vez, en las relativas es posible distinguir entre las naturales y las culturales. También es posible diferenciar las culturales objetivas de las subjetivas.

Se entenderá por dimensiones absolutas aquellas cuya naturaleza las hace inmutables. Aunque la realidad presenta muy pocos ejemplos de valores absolutos, es posible que por convención o acuerdo con perspectivas temporales humanas, ciertos valores sean considerados como absolutos, tal es el caso de la latitud, la longitud, la altitud “sobre el nivel de mar”, etc. En general, se podría hablar de dimensiones matemáticas muy utilizadas en ingeniería y construcción: alto, ancho, peso, grosor, etc.

Las dimensiones relativas serán, por el contrario, aquellas que están sujetas a posibles cambios en relación con factores diversos. En primer lugar, se deberá considerar las dimensiones naturales desde las climáticas hasta las biogeográficas, ya que ellas son, por excelencia, variable. Así, entre las climáticas deberá considerarse la condición de temperatura, de presión, humedad o vientos pues darán características a un lugar en un momento determinado, pero podrán variar rápidamente si los factores que le influyen cambian.

La condición hidrográfica también formará parte de estas dimensiones naturales relativas, pues tanto la precipitación como la escorrentía superficial o subterránea serán cambiantes en relación con otros factores naturales. Igualmente, el suelo, la pendiente, la erosión o sedimentación característica de un lugar o las características de flora o fauna serán importantes dimensiones relativas.

En las dimensiones culturales será muy importante distinguir las culturales objetivas de las subjetivas. Las primeras serán aquellas que si bien pueden variar en el tiempo, tal variación no dependerá del sujeto observador, como el precio de una casa o su color, o la antigüedad o el número de personas que habitan un lugar, o su calidad de edad o sexo, etc.

Las dimensiones subjetivas, por el contrario, tendrán variación según el sujeto que las evalúa. Así, la belleza o fealdad de un lugar, el agrado que genera o la “calidad social” de ciertos sitios dependerá del ánimo o de la experiencia previa o de los prejuicios que influyen en el sujeto que valora el lugar.

La geografía del comportamiento y de la percepción ha reconocido el importante papel que juegan las dimensiones subjetivas en la acción espacial.

Sin embargo, lo más interesante del concepto de lugar en geografía, es que considera que estos diversos tipos de dimensiones se presentan simultáneamente en la caracterización de una localización, con leyes y principios distintos, con dinámica diferente, pero constituyendo un solo sistema con múltiples interacciones.

Así entendido, el concepto de lugar pasa a constituirse en e verdadero objeto de las ciencias geográficas.

El estudio del comportamiento de las dimensiones, ya sea en la distribución y características de cada uno o de grupos de dimensiones (perspectiva horizontal) constituiría la base de la Geografía General o Sistemática, mientras el estudio de los sistemas de interacción que se presentan en las dimensiones de una misma localización (perspectiva vertical) serán la base de la llamada Geografía Regional.

En todo caso, el estudio de los lugares y sus dimensiones es esencial en la comprensión geográfica de los territorios y su estructura espacial, compleja, multidimensional y dinámica.

El concepto de región, de uso tan frecuente en las ciencias geográficas, surge al producir agregación de lugares que presentan una o más dimensiones en común.

Surgido principalmente a partir de la escuela geográfica francesa, el concepto de región fue considerado como una primera subdivisión del territorio de acuerdo a factores naturales y culturales que daban a cada región un carácter propio y distintivo con respecto al resto del espacio geográfico.

La popularización del concepto y su aplicación a diversas formas de división territorial (política, administrativa, económica, cultural, social, etc.), llevó a una cierta confusión en el uso del término y, con ello, a una cierta imprecisión en la llamada Geografía Regional, en sus métodos y en su rigurosidad científica.

Hoy en día, al enfrentar el concepto de región desde la perspectiva del concepto de lugar, aparece muy nítida su condición de nivel de agregación areal pero, al mismo tiempo, queda de manifiesto su carácter sistémico y multidimensional.

Las “regiones” pueden considerarse como objeto esencial de las ciencias geográficas en la misma medida en que lo son los “lugares”. En todo caso, la complejidad del concepto de espacio geográfico, sistémico, multidimensional y dinámico, hace indispensable el recurrir a modelos, simplificados para poder conocerlo, comprenderlo y manejarlo apropiadamente.

Los modelos del espacio geográfico, como su expresión simplificada de una realidad espacial de difícil complejidad, se pueden agrupar en tres tipos, según lo presenta Taylor:
a) Modelos icónicos o de imagen, entre los cuales se destacan las maquetas y las imágenes fotografías y satelitales.
b) Modelos analógicos o de símbolos en que las diversas dimensiones espaciales son representadas por formas o colores que pasan a constituir un verdadero código de comunicación. Diversos tipos de cartografía, regular y temática, son los ejemplos típicos de estos modelos.
c) Modelos matemáticos o numéricos en que por medio de números y otras expresiones de símbolos matemáticos se trata de expresar características y relaciones de lugar. Tablas estadísticas, matrices y fórmulas que representan condiciones espaciales son las expresiones más abstractas del espacio geográfico.

La expresión tecnológica mejor lograda que permite manipular información sistémica de las diversas dimensiones son los SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA. En ellos, mediante el uso de ordenadores digitales se logra combinar las multidimensiones espaciales mediante un método de georreferencia cartográfica que permite establecer interacciones de lugar, consultar atributos archivados en bases de datos correspondientes y reunir en un solo sistema información de diversos orígenes y distintas escalas.

La construcción digital de un Sistema de Información Geográfica es en esencia muy similar a las series de mapas que las ciencias geográficas han utilizado desde hace años; pero enriquecido por la enorme capacidad de almacenamiento y rapidez de procesamiento que tiene la computación.

Al mismo tiempo, al agregar las técnicas de teledetección satelital, el procesamiento digital de imágenes georreferenciadas enriquece los sistemas de información geográfica, convirtiéndolos en una herramienta de principal consulta cada vez que los distintos profesionales buscan información que debe localizarse espacialmente.

Por último, la etapa más avanzada del conocimiento científico geográfico corresponde a la explicación del espacio, recurriendo a teorías y modelos.

En esta etapa se trata de establecer relaciones de causalidad e interrelaciones sistémicas que expliquen la forma y funcionamiento del espacio geográfico en sus múltiples dimensiones y dinámicas.

El rol fundamental corresponderá a las hipótesis explicativas que se trate de comprobar por medio de teorías y modelos. En este caso, se tratará de modelos metodológicos, entre los cuales se podrá dividir los modelos cuantitativos de carácter más bien descriptivo y estadístico de aquellos modelos de relación y de procesos que deberán ser más integrales y contener todos los aspectos esenciales del espacio geográfico.

Particularmente interesantes serán los modelos de simulación y aquellos modelos predictivos que permitirán prever el comportamiento espacial a futuro y como consecuencia, las posibilidades de intervención y manejo.

Así, la etapa aplicada y práctica del conocimiento geográfico corresponde a la Geografía como ACCIÓN. En ella, el geógrafo es concebido como un profesional preocupado de preparar diagnósticos y pronósticos espaciales que ofrezcan mejores alternativas a la eficiencia espacial. Estudios de soporte territorial, de calidad de vida, de impacto ambiental serán temas de su mayor interés.

En general, la planificación y ordenamiento territorial serán temas en que el conocimiento geográfico resulta indispensable.

Así, finalmente el conocimiento apropiado asegurará una gestión territorial óptima que asegura mejores condiciones de vida junto a un desarrollo territorialmente sustentable.


Fuente: Bodini, Hugo. Teoría y método en Geografía. Universidad de La Serena, Chile. 1997.



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